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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Sábado 6 de diciembre de 2025

TEXTOS

Libro de Isaías 30,19-21.23-36
Así habla el Señor: Sí, pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: él se apiadará de ti al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá. Cuando el Señor les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos. Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: "Este es el camino, síganlo, aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda".
El Señor te dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el terreno será rico y sustancioso. Aquel día, tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla. En todo monte elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa -como la luz de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las llagas de los golpes que le infligió.

Salmo 146
"Dichosos los que esperan en el Señor."

¡Qué bueno es cantar a nuestro Dios, qué agradable y merecida es su alabanza! El Señor reconstruye a Jerusalén y congrega a los dispersos de Israel. R.
Sana a los que están afligidos y les venda las heridas. Él cuenta el número de las estrellas y llama a cada una por su nombre. R.
Nuestro Señor es grande y poderoso, su inteligencia no tiene medida. El Señor eleva a los oprimidos y humilla a los malvados hasta el polvo. R.

Evangelio según San Mateo 9,35-10,1.5a.6-8
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha." Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. A estos doce Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "Vayan a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente."


COMENTARIO

El profeta mira la situación apretada del pueblo como algo necesario. Lo invita a contentarse con lo suficiente y a vivir rectamente. Se trata de un aprendizaje o discipulado en la austeridad; a nadie agrada esto, y menos aún al sistema de mercado que nos tiene seducidos. La austeridad no es lo nuestro, en una época en la que los bienes parecen inagotables, el consumismo es la divisa: "Vales lo que consumes".

Sabemos que el consumo consume y que la gente mejor no es la que posee las mejores cosas, sino la que mejor aprecia lo que tiene, y, con todo, hay una fe ciega en el mercado y una resistencia casi invencible a la moderación y a la temperancia.

¿Habrá modo de educarnos en compartir los bienes y vivir austeramente?.

El profeta habla de lo gratuito: la lluvia. Ella es como la gracia divina que produce resultados inesperados: días luminosos y cosechas abundantes para todos. ¿Tenemos arrestos para promover la austeridad y la gratuidad?