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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Viernes 28 de noviembre de 2025

TEXTOS

Libro de Daniel 7,2-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron: "¡Arriba! Come carne en abundancia." Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano de sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo seguí mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Interleccional: Daniel 3,75-81
"Ensálcenlo con himnos por los siglos."

Montes y cumbres, bendecid al Señor. R.
Cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. R.
Manantiales, bendecid al Señor. R.
Mares y ríos, bendecid al Señor. R.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor. R.
Aves del cielo, bendecid al Señor. R.
Fieras y ganados, bendecid al Señor. R.

Evangelio según San Lucas 21,29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una parábola a sus discípulos: "Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán."


COMENTARIO

El texto evangélico trae un llamado a observar los signos de los tiempos, a darnos cuenta de que, aunque todo parece complicado, hay señales de que algo puede cambiar y el "verano" se acerca.

Los problemas de injusticia, el sistema económico explotador, la crisis de valores, la violencia contra mujeres y niños, la explotación salvaje de los recursos naturales... parecen obstáculos imposibles de superar y es fácil caer en el pesimismo. Vale la pena recordar que "en el principio existía el Verbo" (Jn 1,1) y este Verbo encarnado es la Palabra que no pasará.

Cuando este Evangelio se escribe, las palabras de Jesús ayudaban a las comunidades a leer sus penurias con lentes de esperanza. Hoy, el mismo texto, también nos da la seguridad de que el reino llegará y el imperio de aquellos que oprimen al pueblo se acabará. Los signos que sacuden la sociedad, no son signos de muerte, sino de vida.

¿Estamos dispuestos a colaborar con la Palabra en la construcción de un mundo más humano?