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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Viernes 8 de agosto de 2025

TEXTOS

Libro del Deuteronomio 4,32-40
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Te lo han hecho ver para que reconozcas que el Señor es Dios, y no hay otro fuera de él. Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte, en la tierra te mostró aquel gran fuego, y oíste sus palabras que salían del fuego. Porque amó a tus padres y después eligió a su descendencia, él en persona te sacó de Egipto con gran fuerza, para desposeer ante ti a pueblos más grandes y fuertes que tú, para traerte y darte sus tierras en heredad, cosa que hoy es un hecho. Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre."

Salmo 76
"Recordaré los prodigios del Señor."

Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. R.
Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios? Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos. R.
Con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. Guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón. R.

Evangelio según San Mateo 16,24-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad."


COMENTARIO

Resulta interesante destacar que el texto evangélico de hoy fue el que motivó a nuestro Fundador San Antonio María Claret para que decidiera dejar sus grandes y prometedores proyectos textiles que lo lanzaban para ser un personaje de renombre en esta industria.

Ayer Jesús acaba de predecir su pasión y le pide a Pedro que pase atrás de Él pues pretendía estorbarlo para cumplir la voluntad del Padre. Hoy nos habla de las condiciones para seguirlo.

El evangelio de Cristo y su anuncio de felicidad pasa por su cruz. Sin embargo esta invitación no significa centrar nuestro seguimiento en el sufrimiento, sino impedir que el sufrimiento nos aparte de Él. Debemos evitar las "cruces" innecesarias que a veces nos imponemos o nos quieren imponer. No ser "cruz" para los hermanos. Aceptar a Jesús como "servidor sufriente" no es fácil pero no hay otro camino; recuerda que no hay resurrección sin cruz.

¿Sabes distinguir entre la Cruz de Cristo y las cruces dañinas que solemos generar con nuestro estilo de vida incoherente?