Home Contáctenos Instagram Facebook








Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Jueves 7 de agosto de 2025

TEXTOS

Libro de los Números 20,1-13
En aquellos días, la comunidad entera de los israelitas llegó al desierto de Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron. Faltó agua al pueblo, y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo riñó con Moisés, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué has traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él, nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos has sacado de Egipto para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano ni higueras ni viñas ni granados ni agua para beber?" Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la tienda del encuentro, y, delante de ella, se echaron rostro en tierra. La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés: "Coge el bastón, reúne la asamblea, tú con tu hermano Aarón, y, en presencia de ellos, ordenad a la roca que dé agua. Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias." Moisés retiró la vara de la presencia del Señor, como se lo mandaba; ayudado de Aarón, reunió la asamblea delante de la roca, y les dijo: "Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?" Moisés alzó la mano y golpeó la roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundantemente que bebió toda la gente y sus bestias. El Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Por no haberme creído, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar." (Ésta es fuente de Meribá, donde los israelitas disputaron con el Señor, y él les mostró su santidad.)

Salmo 94
"Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: 'No endurezcan su corazón'."

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándoles gracias, aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz: "No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras." R.

Evangelio según San Mateo 16,13-23
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte." Jesús se volvió y dijo a Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios."


COMENTARIO

La pregunta de Jesús tiene dos niveles. El primero es impersonal. ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Para responder a esta pregunta no se necesita un conocimiento personal de Jesús. Aquí cualquiera puede responder.

Aplicando esto a nuestro aquí y ahora podemos decir que esta pregunta se responde leyendo un libro de religión, catequesis o viendo una película que hable de la vida del Señor. Es una respuesta aprendida, escuchada, impersonal. Los discípulos y nosotros podemos decir lo que hemos oído decir a la gente.

El segundo es personal. ¿Y ustedes, quién dicen que soy? Ahora la pregunta es directa, pide una respuesta que salga desde el corazón, es una pregunta que sólo se puede hacer a un amigo en quien se confía. Una pregunta que exige un conocimiento personal de Jesús y donde no son válidas las respuestas de los demás.

Considerate dichoso, como Jesús consideró a Pedro, por la respuesta que puedas darle al Maestro este día. Jesús hoy te pregunta: ¿Quién dices que soy yo?